Fred Duckwall ha trabajado para Duckwall Fruit desde agosto de 1971. Acumulando así muchos años de historia con una empresa, tal vez incluso más años de lo que algunos de nosotros tenemos de vida (¡Casi 50 años!). Impresionante, ¿no es verdad? Sin embargo, si le preguntas sobre el tema el responderá lo mismo cada vez: “No es un trabajo, sino una pasión; si tu amas lo que haces, simplemente no sientes que es un trabajo”.
Tratar a los empleados de buena manera siempre ha sido lo principal para Duckwall, y a lo largo de los años ha logrado crear una cultura en la que los empleados están primero. “Sin duda alguna, la mejor parte de mi trabajo es llegar a conocer a las personas que trabajan aquí. Simplemente no hay mejor equipo en la industria de la pera, la mayoría trabaja de manera honesta, con mucho esfuerzo y realmente les interesa realizar un buen trabajo”. Este legado continuará por generaciones, y con suerte, ¡para siempre!
Duckwall ha vivido en esta área la mayor parte de su vida. Creció en Hood River y asistió a todas las escuelas locales (algunas de ellas ya no existen, como las escuelas Coe Primary y Park Street). Se graduó en la antigua escuela secundaria Hood River (Blue Dragons), y luego asistió a la Universidad Estatal de Oregon en Corvallis donde se especializó en Administración de Empresas y también estudió Tecnología de Alimentos. Estuvo en el Cuerpo de Entrenamiento de Oficiales de Reserva (ROTC por sus siglas en inglés) en el estado de Oregon y luego pasó dos años en el ejército, estacionado tanto en Alemania como en Fort Lewis en el estado de Washington. Después del servicio activo, terminó su obligación con siete años en la Guardia Nacional. Duckwall consiguió un trabajo como Superintendente de Producción en una empresa en Corvallis llamada Foamat Foods, que ya no existe (¡no es su culpa!). Finalmente regresó a Hood River para unirse al negocio familiar en 1971. Lleno de conocimiento institucional, aquí permanece como un ícono de Duckwall Fruit.
Además del trabajo, la famila es otra parte central en la vida de Duckwall. La manera en que brillan sus ojos cuando habla con sus nietos o habla sobre ellos es inigualable. Por otra parte, es incomparable mientras ve eventos deportivos, ya sea vóleibol, béisbol, sóftbol o fútbol americano, no hay mayor fanático que este abuelo.
Siempre humilde, Duckwall se siente muy agradecido y minimiza el impacto trascendental de sus contribuciones, tanto en el trabajo como en su familia. “Estoy agradecido de estar aquí y de las oportunidades que he tenido”.